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En una barriada modesta, donde las plazoletas y calles cargadas de recuerdos marcan el pulso cotidiano, se encuentra una comunidad de trabajadores incansables. Este vecindario, delimitado por la avenida Andalucía, la calle de los Marismeños, la avenida Palomeque y la calle Galaroza, es un reflejo vivo del esfuerzo colectivo y la historia compartida.
El corazón del barrio late en torno a la glorieta de los Mineros y a los bloques del Polígono San Sebastián, donde nombres como los Forjadores, Labradores, Curtidores, Alfareros, Marineros, Caldereros y Estibadores no son solo rótulos, sino homenajes a oficios que construyeron identidad. Cada uno de ellos representa el trabajo, la constancia y la dignidad de quienes lo habitan.
Desde las ventanas abiertas se escapan aromas de guisos caseros, mientras en la peña recreativista Benítez, los vecinos más veteranos comparten partidas de dominó y charlas llenas de sabiduría y cercanía. Los edificios de ladrillo, con toques rojizos, dan carácter a las calles de Viaplana y aportan una calidez especial a este rincón de la ciudad.
Aunque los días nublados y el paso del tiempo dejen su huella, el barrio conserva su alma: es refugio y hogar, especialmente en sus pasadizos, que ofrecen cobijo frente a la lluvia y el ajetreo diario.
Rodeado por zonas como Isla Chica y Adoratrices, el Polígono San Sebastián forma parte de un tejido urbano que ofrece a los vecinos todo lo necesario para vivir con comodidad. Juntos, estos barrios crean un entorno lleno de vida, servicios y sentido de comunidad.